Maixabel

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Ríos de odio, puentes de perdón

 

Es curioso cómo nosotros miramos a los demás siempre basándonos en nuestra propia experiencia. Como Brasil es un país continental, con un solo idioma, muy homogéneo y que nunca ha absorbido a otras naciones, pensamos que el mundo entero es como nosotros. Así que es un poco difícil para muchos brasileños entender la complejidad de España, que tiene una larga historia de invasiones y dominaciones, siempre sangrientas y crueles. La película «Maixabel» (ESP, 2021) trae un poco de la historia de una región española todavía turbada hasta el día de hoy.

La Comunidad Autónoma del País Vasco es una de las 17 comunidades autónomas de España y tiene nacionalidad histórica reconocida por la Constitución Española.  El pueblo vasco se encuentra en el noreste de España, y también en una región del suroeste de Francia. Su lengua, totalmente diferente de las de origen indoeuropea, es quizás la lengua viva más antigua de Europa.

Esta identidad siempre se ha manifestado en el deseo de independencia, y alcanzó un nivel muy violento a través del grupo ETA (Euskadi Ta Askatasuna; en español, ‘Patria Vasca y Libertad’). El grupo llevó a cabo muchos actos terroristas no sólo en reacción a la tiránica dictadura del Generalísimo Franco, sino también después de la redemocratización de España en 1975.

La historia de «Maixabel» está basada en hechos reales y está relacionada con uno de estos actos violentos del grupo. En julio de 2000, el exgobernador civil de Guipúzcoa Juan María Jaúregui almorzaba con un amigo cuando fue ejecutado por tres militantes de ETA. La víctima, un político moderado, dejó viuda a Maixabel Lasa (Blanca Portillo) y a una hija de 19 años, María (María Cerezuela).

Once años después, María está casada y es madre de una hija.  Maixabel preside la Asociación de Víctimas del Terrorismo, una asociación creada originalmente para recordar a las víctimas y muertos por la ETA, pero que decide ampliar, e incluir a las víctimas del GAL. Esto se trataba de grupos paramilitares que practicaban el terrorismo de Estado contra ETA y contaban con el apoyo de miembros del gobierno en la década de 1980. Muchas víctimas eran militantes de izquierda o ecologistas, ajenos al grupo vasco.

La actitud de Maixabel atrae reacciones negativas tanto de nacionalistas vascos como de franquistas nostálgicos, radicales de extrema derecha, lo que la obliga a tener que caminar con guardaespaldas. A pesar de sufrir una pérdida tan devastadora, Maixabel se niega a dejarse abrumar por el odio, especialmente por la memoria de su marido, siempre abierto al diálogo.

Así, decide participar en un polémico programa del gobierno que propone conversaciones entre militantes arrepentidos de ETA y sus víctimas. Maixabel recibe la petición de Luis Carrasco (Urko Olazábal), uno de los tres hombres que participaron en la muerte de su marido. El diálogo es tenso y doloroso para ambos, y Maixabel trata de entender no solo lo que sucedió, sino por qué, así como sus motivaciones.

Carrasco pertenece a un grupo de militantes de ETA que se han arrepentido de las acciones violentas del grupo y por lo tanto viven en una prisión especial en Nanclares de la Oca.  A ellos se une otro participante en la muerte de Jaúregui, Ibon Etxezarreta (Luis Tosar). Al igual que Carrasco, Ibon también había renunciado a las armas y a la violencia. Sin embargo, sigue siendo acosado tanto por los actos cometidos como por su arrepentimiento, ya que ETA se mantenía activa, y gran parte de la población vasca los apoyaba.

Ibon también busca reconciliarse con su pasado y pide para hablar con Maixabel. El problema es que ahora el gobierno español había cancelado el programa de diálogo y la única posibilidad sería durante una salida autorizada de la cárcel.

Maixabel acepta la reunión en fuerte oposición de su hija y amigos, preocupados por su seguridad, tanto por miedo a ETA como a los antiguos miembros del GAL. Pero ella mantiene su decisión y la reunión tiene lugar en la casa de la madre de Ibon. Esta es más una escena tensa y sensible, donde ambos entienden que necesitan perdonar el pasado y reprimir el odio.  El final de la película es sorprendente, sensible y poderoso, en un hermoso mensaje de perdón y reconciliación.

La película está técnicamente muy bien hecha, principalmente por la actuación de Blanca Portillo y Luis Tosar, quienes lideran magníficamente la carga dramática de la historia, y que refleja el excelente trabajo de la directora Icíar Bollaín.

«Maixabel» ha ganado numerosos premios, entre ellos tres Goya, el Óscar español, a la Mejor Actriz, Mejor Actor de Reparto y Mejor Actriz Revelación, y once nominaciones más.

Para saber más sobre el tema de los vascos, recomiendo «Pátria», una serie de ficción con ocho episodios, disponible en HBO MAX y «El Desafío: ETA», una serie documental con ocho episodios en Amazon Prime Video, ambos explorando la problemática historia de la región vasca y el sentimiento de odio.

Aunque parezca que esta situación es característica de una región de España, el mundo entero está viviendo esta ola de odio irracional, donde las disputas y agresiones son más importantes que cualquier posible causa real o imaginaria. Desafortunadamente, Brasil también está experimentando esta fase en su forma más oscura.

 

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