Corazones y huesos

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Una imagen, dos mundos

 

Ya se han realizado muchas películas sobre el papel de la prensa, especialmente en la cobertura de conflictos o catástrofes. Siempre se cuestiona si lo importante para el profesional es denunciar el hecho para que el mundo tome conciencia, o la realización personal por hacer la mejor foto o reportaje. Un aspecto diferente se presenta en la excelente película australiana “Corazones y huesos” (“Hearts and Bones”,AUS,2019).

El protagonista es Dan Fisher (Hugo Weaving), un experimentado fotoperiodista que ha trabajado en todos los escenarios conflictivos de las últimas décadas, con trabajos muy elogiados no solo por la calidad de las fotos sino también por la audacia con la que se aventura en los entornos más peligrosos.

Este atrevimiento, al mismo tiempo que le valió buenos trabajos, también le provocó innumerables lesiones, cuyas consecuencias aún hoy acarrea. A veces, estas lesiones también son emocionales, como lo que lo llevó a presenciar la muerte de una niña por una mina terrestre en su misión más reciente.

Al regresar a casa, Fisher se sorprende con la noticia de que su esposa Josie (Hayley McElhinney) está embarazada. La noticia deja a Fisher muy perturbado, en un sentimiento de confusión, ya que él y Josie ya habían pasado por la tragedia de perder a una hija. Mientras digiere la noticia, Fisher también se ve presionado para hacer una exhibición con las mejores fotografías de su carrera.

Un nuevo elemento entra en la convulsa vida del fotógrafo. Sebastian Ahmed (Andrew Luri), un inmigrante de Sudán del Sur, llevado a Australia como refugiado, busca a Fisher para pedirle que no muestre las fotos que el fotógrafo tomó durante la masacre de su aldea, que tuvo lugar quince años antes.

Al principio Fisher se niega siquiera a considerar la idea, pero sufre un problema cardíaco y Sebastian lo lleva al hospital, permaneciendo con él hasta que esté bien. Poco a poco vamos conociendo al inmigrante, que trabaja como taxista, es el director de un coro de refugiados, ayuda con las obras sociales, además de ser un esposo muy atento y padre de una niña.

Surge una improbable amistad entre los dos hombres, en un momento delicado de la vida del fotógrafo, que le hace replantearse muchas cosas, entre ellas su hija por nacer y su propia salud.

Sin embargo, un descubrimiento casual sorprende a Fisher cuando descubre las verdaderas razones por las que Sebastian no quería que sus fotos fueran expuestas. Esta revelación puede implicar muchas cosas, incluida la estadía del propio inmigrante en el país.

El elenco, australiano de nacimiento o inmigración, refleja el espíritu de esta película, que retrata un país formado en gran parte por personas que siguen llegando de todas partes del mundo. El único nombre conocido internacionalmente es el propio Weaving, que una vez más demuestra versatilidad, que va desde el divertido gay en “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” (“The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert”,AUS,1994) hasta el rey de los elfos en “El señor de los anillos”, pasando por el emblemático Agente Smith de «Matrix».

Esta película plantea algunas preguntas muy interesantes sobre la importancia del papel de la prensa en los conflictos mundiales, independientemente de que sea por pura indignación o por puro oportunismo. Pero, el aspecto más relevante que se muestra es que, en primer lugar, el periodista necesita comprender lo que sucede ante sus ojos, en riesgo de transmitir un mensaje equivocado a su audiencia.

 

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