La Vie En Rose
El pequeño gorrión
Cuenta la leyenda que para que una bella actriz gane un Oscar, necesita ponerse fea con el maquillaje. Funcionó para Charlize Theron en «Monster: Asesina en serie» («Monster», EE.UU., 2003), Nicole Kidman en «Las horas» («The Hours», EE.UU., 2002) y también para Marion Cottilard, la francesa que ganó como Mejor Actriz por su interpretación en «La Vie En Rose» («La Môme», FRA, 2007) ¿Eso es todo? No, además de ser un premio muy justo para la actriz, la película es realmente muy buena.
Es posible que las nuevas generaciones no tengan ni idea de quien fue Edith Piaf, y mucho menos la importancia que tuvo en el universo de la música, no solo en Francia, su tierra natal, sino en todo el mundo. Muchas de las canciones que están en la película son viejas conocidas nuestras, algunas que se hicieron famosas por las versiones grabadas por cantantes de muchos países.
Edith, como tantos artistas de su generación, tuvo una existencia convulsa marcada por éxitos y tragedias. Rostro diminuto, redondo, sin gran atractivo físico, cabello despeinado, vestido largo oscuro, fallaría a cualquier estándar de belleza. Pero, a la luz del escenario, era indomable, irresistible, arrolladora, dominando al público con su voz impactante, con una interpretación absolutamente propia.
La película recupera hechos de la infancia de Piaf poco conocidos por el gran público. Mientras su padre, Louis Gassion (Jean-Paul Rove) luchaba en la Primera Guerra Mundial, la niña vivía con su madre, que cantaba por las calles y ferias. Un día, la madre decide abandonarlo todo, y cuando el padre regresa, la lleva para su abuela, dueña de un burdel en Normandía. Allí, Edith (Pauline Burlet) vivirá los mejores años de su infancia, aunque una extraña enfermedad la deje completamente ciega durante algún tiempo. La enfermedad desapareció tan misteriosamente como había llegado.
Un día, el padre regresa y la obliga a irse con él. Los dos acompañan a un circo hasta que él decide trabajar solo. Es cuando la niña descubre el poder de su voz, que garantizará su sustento, cantando en las calles de París.
A los 15 años, consciente de su hermosa voz, abandona las presentaciones con su padre y pasa a cantar a dúo con su amiga Simone Berteaut, apodada Momone (Sylvie Testud). Inteligente e astuta, Momone instruye Edith en los usos y costumbres de la vida nocturna de la París marginal. La apariencia de Edith era débil, pero su poderosa voz llamaba la atención. Cantaba en las calles, a cambio de unas monedas que le tiraban por las ventanas y así siguia con su vida …
A los 17 años, despertó la atención de Louis Dupont, quien instaló a Edith y Momone en un hotel. En febrero de 1933, Edith dio a luz a Marcelle, apodada Cécelle. Más tarde, Edith y Louis se separaron y él se llevó a su hija. En 1935, Louis trajo una triste noticia: la niña estaba gravemente enferma. Edith corrió al hospital, pero la hija había muerto de meningitis. Tenía 2 años y 5 meses y su madre solo tenía 19 años y medio.
A los veinte años, Edith (Marion Cottilard) es descubierta por Louis Leplée (Gérard Depardieu), gerente del elegante Cabaret Le Gerny’s. Con su ayuda, ella empieza a tener una atención más profesional. Fue él quien le dio el nombre con el que sería famosa, pequeño gorrión (la môme piaf).
Edith abandonó las calles, pero las calles no la abandonaron. En el transcurso de una corta existencia (47 años), experimentaría diversas pasiones y casos abrumadores, y la bohemia, las privaciones en la infancia, la adicción a la morfina y el hábito del alcohol debilitarían su salud hasta el punto de que casi no poder caminar.
La película sigue más o menos una línea cronológica, aunque hay varios flashbacks y flashforwards, que muestran escenas del pasado y otras cercanas al final de su vida, pero nada que impida la correcta comprensión de la historia. De los rasgos de su infancia, que influyeron en su postura independiente y libre, la historia salta a mediados de los treinta, cuando ella, ya joven, comienza a tener éxito, aunque siempre se involucre con elementos del inframundo parisino.
En la posguerra, cuando el mundo se recuperara de los horrores del conflicto, Edith se consolida como una estrella más grande, gracias a la asociación con sus grandes amigos Marguerite Monnot (Marie-Armelle Deguy) y Raymond. Asso (Marc Barbé), un ex legionario que decidió entrar en el panorama musical parisino. Tratándola con una disciplina digna de los cuarteles de la Legión Extranjera, logró pulirla, creando una artista integrada, que finalmente combinó su voz con una impresionante interpretación gestual.
Edith tuvo muchos amantes, pero una de las personas más importantes de su vida fue el boxeador franco-argelino Marcel Cerdan (Jean-Pierre Martins). Marcel tenía mujer y hijos que vivían en Casablanca. En ese momento, Marcel y Edith vivian en Nueva York, cada uno estableciéndose en sus carreras. El romance terminó trágicamente, con la muerte de Marcel en un accidente de avión en 1949. Es en este punto que se muestra la mencionada canción “Hymne à l’Amour”, en uno de los momentos más emotivos de la película.
Además del dolor insoportable de la pérdida, hubo un dolor físico intenso, provocado por el reumatismo, que se agravó, lo que llevó a los médicos a prescribir morfina. Un grave accidente automovilístico debilitó aún más la salud de la cantante. Unos meses más tarde, de nuevo en el escenario, Piaf se desmayó en medio de una actuación en Nueva York. Fue hospitalizada y operada de emergencia. Indiferente a los consejos de médicos y amigos, Piaf se negó a abandonar el escenario, aunque volvió a desmayarse en medio de los espectáculos una y otra vez. Murió el 11 de octubre de 1963.
La película «La Vie En Rose», además de la fenomenal interpretación del elenco – en particular, Marion, de quien se dijo que parecía haber incorporado el espíritu de la cantante – hubo una maravillosa recreación de la época, incluso cuando se trataba de con diferentes periodos históricos. Pero lo más importante es revelar el espíritu inquebrantable de una mujer que ha vivido la vida intensamente. Como dice la letra de una de sus canciones más famosas, “Non. Je ne regrette rien / Je me fous du passé” (No, no me arrepiento de nada / No me importa el pasado).