Incendios
La mujer que cantaba
El cine es la más peculiar de las Artes, pues además de reunir a todas las demás, depende mucho del retorno comercial para cubrir los astronómicos costes de producción, distribución y exhibición. Es por eso que la refilmación de viejos éxitos, o producciones bien previsibles, es tan frecuente para satisfacer el gusto del público en general. Aun así, algunos directores aún logran aportar algo nuevo, inteligente y bien contado, uniendo así razón y emoción. Es el caso de la película «Incendios» («Incendies», CAN/FRA, 2010), del director canadiense Denis Villeneuve.
Villeneuve fue una de las grandes sorpresas de la industria cinematográfica de este nuevo milenio. Recientemente dirigió tres de las películas de ciencia ficción más icónicas de esta década: «La llegada» («Arrival», USA/CAN, 2016), «Blade Runner 2049» (USA/CAN, 2017) y «Duna» («Dune: Part One», CAN/USA, 2021). También fue su «El hombre duplicado» (“Enemy”, CAN, 2013), basado en un libro de José Saramago, del que hablé la semana pasada.
«Incendios», el tercer largometraje del director, está basado en la obra del dramaturgo libanés Wadji Mouawad, y el guión fue escrito por el propio Villeneuve. La película ya comienza de una manera inusual, mostrando a los gemelos Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin) y Simon (Maxim Gaudette) en la oficina del notario Jean Lebel (Rémy Girard), para leer los últimos deseos de su madre Nawal Marwan (Lubna Azabal), que había muerto recientemente.
Para sorpresa de los niños, la mujer desea ser enterrada desnuda, boca abajo, en una lápida, hasta que los gemelos cumplan su último deseo: entregar una carta a su padre y otra a un hermano suyo. Ambos eran totalmente desconocidos para los gemelos, ya que su madre había sido muy reservada sobre su vida antes de venir al Canadá.
Simon queda muy disgustado por esas peticiones, pensando que eran el fruto de la demencia de una mujer moribunda, pero Jeanne decide hacer su parte. Para ello, se embarca hacia el Líbano, la patria de su madre, en busca de su hermano desconocido.
Gracias a un hábil uso de flashbacks, el espectador se pone al día con la historia de sufrimiento de Nawal, nacida en una familia cristiana, que había quedado embarazada de un refugiado palestino, luego asesinado por sus hermanos. Su hijo recién nacido es llevado por la partera a un destino desconocido. La única pista permitida fue una marca de tres puntos en el talón del bebé, echo por la partera.
Obligada a abandonar su hogar, Nawal se muda con un tío, donde pudo asistir a la universidad. Pero la guerra civil en el Líbano estalló en la década de 1970, donde cristianos y musulmanes se enfrentaron con ferocidad y crueldad, arrullados por fuerzas e intereses externos.
El Líbano ha sido invadido durante mucho tiempo y sometido a varios ataques. Desde los tiempos de Cartago y las Guerras Púnicas, después de la derrota de Aníbal, el país ha sufrido constantes fricciones entre grupos internos, así como los vecinos Siria e Israel, así como la presencia de estadounidenses y soviéticos durante la Guerra Fría.
El drama de Nawal tiene lugar en los primeros años de la Guerra Civil, donde ella, durante la búsqueda de su hijo, es testigo de actos bárbaros cometidos por personas de su propia religión contra civiles inocentes.
Hoy, Jeanne no puede aceptar que su madre, a quien había conocido solo como secretaria notarial, pudiera haber sido una activista revolucionaria, capaz de cometer ejecuciones, enfrentar quince años de encarcelamiento, tortura y múltiples violaciones cometidas por el sádico Abou Tarek.
Al unirse a su hermana en el Líbano, Simon es convencido de investigar su parte del misterio, y sale en busca del padre desconocido. Él descubre que incluso después de décadas, las personas que habían vivido esos años difíciles todavía esconden o mantienen un secreto sobre lo que han pasado. Como dice uno de los personajes, hubo muchas represalias y crueldad de parte a parte.
El guión muy bien escrito y dirigido lleva al espectador con el aliento pegado hasta el final cuando se revelan los misterios anunciados. Incluso sin escenas de acción o héroes invencibles, la atmósfera de tensión siempre está presente, así como la incertidumbre sobre el destino de los personajes.
Pasando de la lluviosa Quebec a las áridas paredes rocosas del Líbano, la película trae un choque de realidad sobre una de las regiones más sufridas del mundo, donde hasta el día de hoy la gente sencilla es el blanco de la manipulación de los intereses políticos de otras personas, a menudo travestidos en la religión.
«Incendios» es una película para ser vista y discutida, porque los hechos que se muestran allí son dolorosamente actuales.
Esta película está disponible en el servicio de streaming del Apple TV.