Getúlio

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Ángel y demonio

 

Ciertamente, el mayor desafío para cualquier cineasta brasileño debe ser hacer una película sobre el que posiblemente fue el mayor líder de nuestro país, Getúlio Vargas. Pero, ¿y si, además de arrojar luz sobre algunos aspectos de su vida, la película también plantear algunas discusiones sobre la forma brasileña de hacer política? Esta parece haber sido otra cualidad de la película «Getúlio» (BRA, 2014), dirigida por João Jardim, y con Tony Ramos en el papel principal.

Muchos se preguntan por qué explorar la vida de un presidente que murió hace setenta años. Getulio encabezó un golpe de Estado con el argumento de que había sido robado en las elecciones y lideró una revolución utilizando la muerte de su candidato a la vicepresidencia, que era un hombre opuesto a la violencia. Era alguien que valoraba el país y quería preservarlo de los expoliadores. Era extremadamente hábil en el diálogo con opositores y aliados políticos, casi siempre los mismos. Es decir, si no estudiamos historia, siempre repetiremos los errores del pasado…

En un primer momento, podemos imaginar que la mayor dificultad para llevar a Getúlio Vargas a las pantallas de cine es la enormidad de su vida y obra.  ¿Cómo podemos hablar, en menos de dos horas, de un hombre que fue un dictador inflexible y al mismo tiempo creador de leyes de protección de los trabajadores? ¿Alguien que navegó bien tanto entre los muchos líderes fascistas de su tiempo como entre los llamados demócratas? Un hombre idolatrado y execrado por los brasileños incluso décadas después de su muerte.

Fueron muchos los acontecimientos en los que estuvo directamente vinculado: La Revolución de 1930, la Guerra Constitucionalista, el Estado Nuevo, el juego del gato y el ratón con las grandes potencias durante la Segunda Guerra Mundial, la  creación de la Petrobras y la Compañía Siderúrgica Nacional, el derrocamiento por golpe militar y el retorno por voto popular, etc.

Cualquiera de estos eventos encajaría perfectamente como tema de una película. Quizás por eso los realizadores eligieron como objeto de la película los impactantes diecinueve días entre el ataque de Avenida Toneleros y su dramática muerte, a la que pospondría en diez años un nuevo golpe militar.

Aunque idolatrado por gran parte de la población, Vargas tuvo enemigos fuera y dentro del gobierno, acaparados durante toda su vida. Además de estar muy debilitado por la edad y la mala salud, estaba rodeado de un mar de corrupción, y lo que se observa en estos últimos momentos de su vida es la caza implacable impulsada por los sectores más conservadores de la sociedad, que utilizaban la calumnia como arma, con la colaboración gentil y festiva de la gran prensa, algo que no ha cambiado en todos estos años.

Sería imposible olvidar que, durante mucho tiempo, Getulio gobernó el país con puño de hierro, estableciendo un régimen que se parecía mucho al de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. A su favor, hay que recordar que, hasta la Segunda Guerra Mundial, un gran número de países estaban gobernados por dictadores, e incluso países democráticos como Inglaterra controlaban tiránicamente grandes colonias como la India y varios países africanos.

Getulio también tuvo un lado populista, creando leyes laborales que todavía existen hoy, en un país donde la esclavitud oficial había sido abolida unas décadas antes, y la mayoría de los trabajadores se mantenía en condiciones críticas.

Este mismo caudillo, que incluso abolió las banderas estatales y municipales en el Estado Novo, maniobró como zorro la influencia de los países beligerantes en la Segunda Guerra Mundial, obteniendo condiciones excepcionales para un país subdesarrollado de la época.

En la película actual, encontramos a un Getulio roto (Tony Ramos), un presidente que para gobernar necesitaba hacer un trato con innumerables partidos, muy diferentes al poderoso dictador que había sido en el pasado. Cada día había nuevos escándalos, verdaderos o falsos, pero que eran repetidos hasta la extenuación por la prensa, principalmente por el periódico Tribuna da Imprensa, de su enemigo mortal Carlos Lacerda (Alexandre Borges).

Fue involucrando a Carlos Lacerda que comenzó la crisis que cambiaría el curso de la historia de Brasil. En la madrugada del 5 de agosto de 1954, un ataque a tiros mató al mayor Rubens Vaz de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), e hirió, en el pie, a Carlos Lacerda. El ataque fue atribuido a miembros de la guardia personal de Getulio, llamada por el pueblo «Guardia Negra».

La crisis política que se produjo fue muy grave porque, además de la importancia de Carlos Lacerda, la FAB, a la que pertenecía el mayor Vaz, tenía como gran héroe al brigadeiro Eduardo Gomes, a quien Getúlio había derrotado en las elecciones de 1950. La FAB creó una investigación paralela del crimen, que ignoraba a las otras instituciones, y que recibió el apodo de «República del Galeão».

Los periódicos y emisoras de radio cubrieron una intensa cobertura de la persecución de los sospechosos, así como los interrogatorios que incluyeron a Gregório Fortunato (Thiago Justino), jefe de guardia personal de Vargas, acusado de ser el autor intelectual del ataque a Lacerda.

En este clima hostil, cada vez más amenazado por un proceso planificado de expulsión y humillación pública, Vargas tenía pocos amigos leales, entre ellos Tancredo Neves (Michel Bercovitch) y su hija Alzira Vargas (Drica Morais).

Más que la puesta en escena de una historia conocida, la dirección de João Jardim y la producción de Carla Camurati construyeron un thriller político con un ritmo intenso, mostrando a las nuevas generaciones que ciertas desgracias, como la actuación de la prensa a instancias de intereses poco éticos, y el comportamiento de los partidos políticos no era novedad en ese momento, y sigue siendo una práctica común hoy en día.

Incluso notable fue la capacidad de Vargas para someterse al autosacrificio, revirtiendo abrumadoramente el plan de los enemigos y causando un retraso de diez años en el golpe militar que se estaba diseñando. Según sus palabras, «salió de la vida para entrar en la historia».

Esta película está disponible en el servicio de streaming Netflix.

 

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