Tides

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Mareas de codicia

 

A lo largo de mi vida he observado que las películas de ciencia ficción presentan una visión cada vez más pesimista. Por supuesto, los avances tecnológicos siempre se presentan más sofisticados y poderosos, pero la naturaleza humana parece seguir siendo la misma o peor que en el presente. Esta es también una característica que se muestra en la película suizo-alemana «Tides» (también conocida como «The Colony», ALE /CH, 2021).

En un tiempo futuro no especificado, descubrimos que la Tierra había sido arrasada por sus propios habitantes a través de guerras, cambios climáticos y pandemias. Un grupo de poderosos logró escapar al planeta Kepler 209, dejando atrás un mundo destrozado e invadido por las aguas resultantes del calentamiento global. Dejaron en la Tierra un gran número de estaciones meteorológicas para monitorear las condiciones ambientales.

Cuando una de estas estaciones emitió la información que esperaban, una misión llamada Ulises fue enviada a la Tierra para investigar si había condiciones para el regreso de los colonos de Kepler 209. Aunque supieron que habían llegado a la Tierra, no hubo más noticias de los astronautas.

Unos años más tarde, se envió una nueva misión Ulises.  En esta ocasión entre los tres participantes se encontraba Louise Blake (Nora Arnezeder), hija de uno de los astronautas de la primera misión. Durante el proceso de reingreso en la atmósfera, la nave sufre daños, uno de los astronautas muere y el otro, Tucker (Sope Dirisu), tiene heridas graves en las piernas.

Blake sale a hacer un reconocimiento, y encuentra un mundo desolado, una inmensa arena que en pocas horas estaría cubierta por la marea. Busca no solo signos de vida en la Tierra, sino también cambios en su propio organismo, ya que la radiación en Kepler 209 ha hecho que las personas estén estériles.

No pasa mucho tiempo para que Blake y Tucker sean capturados por un grupo de nómadas, que destruyen la nave y desactivan cualquier tipo de comunicación. La condición de Tucker empeora tanto que é decide suicidarse porque piensa que solo va a provocar problemas para Blake y la misión.

Pronto los nómadas son atacados a su vez. Los atacantes recogen a niños y adultos, indistintamente, mientras Blake observa todo sin saber lo que realmente está pasando. Una niña, Maila (Bella Bading), con quien ella había interactuado, también es secuestrada, y cuando su madre, Narvik (Sarah-Sofie Boussnina), descubre, decide perseguir a los atacantes.

Blake sigue Narvik, y cuando llegan al bote con los prisioneros, ella se infiltra entre ellos. El barco va a un lugar con muchos barcos abandonados, y en uno de ellos descubre que un grupo organizado hace esclavos a los adultos y mantiene a las chicas separadas.

Para sorpresa de Blake, el líder del grupo es Gibson (Iain Glen), un amigo de su padre y participante en la primera misión Ulises. Gibson dice que tan pronto como llegaron a la Tierra, el grupo había sido atacado por los Muds, el nombre de los nómadas, y que su padre no había sobrevivido.

Poco a poco, Blake descubre nuevas facetas de la historia. Se entera de que su padre (Sebastián Roché) no había muerto, sino que se había unido a los Muds para evitar la venida de los habitantes de Kepler, incluida ella. Blake queda muy enojada con su padre, pero otros eventos la harán dudar de las intenciones de Gibson y tomar decisiones por sí misma.

Esta película tiene algunas curiosidades, pues a pesar de ser una producción suizo-alemana, es hablada en inglés y cuenta con un elenco multinacional.  Nora Arnezeder es francesa, Sarah-Sophie Boussnina danesa, Iain Glen escoces y Sebastian Roché francés. El director Tim Fehlbaum es suizo y la guionista Mariko Minoguchi es alemana.

Hay cierta confusión respecto al título de la película, pues, aunque en la mayoría de los países sea «Tides», en algunos lugares se le conoce como «The Colony». Creo que «Tides» combina más con el ambiente de la película, pasada en una zona costera con niebla constante. Uno de los aspectos más destacados de la película es el lugar de rodaje, una antigua zona de minas a cielo abierto en Welzow, Alemania.

A pesar del tema ya bien explorado, esta película escapa un poco de la popular «space opera», aportando una visión pesimista de nuestro futuro, que si miramos fríamente parece muy probable que suceda. Después de todo, incluso con todas las advertencias sobre la degradación del medio ambiente, la codicia del hombre sigue hablando más fuerte, y la situación siempre está empeorando. Lo que la gente necesita recordar es que no hay otro planeta para escapar, y bueno o malo, ¡tendremos que vivir aquí durante mucho tiempo!

 

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