Artículo: ¿Qué TV me compro?
A lo largo de mi vida de cinéfilo y crítico de cine, siempre fui atormentado por dos preguntas extremadamente difíciles de responder: 1) ¿Cuál es la película buena? y 2) ¿Cuál TV me compro? La dificultad de la primera pregunta tiene que ver con el gusto de cada persona, y lo que es bueno para mí puede ser pésimo para el otro. Es necesario tener un conocimiento previo de quien pregunta, para poder indicar una película que pueda agradarle.
La segunda pregunta implica un universo aún más complicado. Si en el tiempo de los televisores de tubo había diferencia entre una marca más famosa y otra más popular imaginen hoy en día, con diferentes tecnologías, resoluciones, tamaños de pantalla y otras características tales que parecen las películas de ciencia ficción de mi infancia.
La primera pregunta que hago al candidato a poseedor de un nuevo televisor es ¿porque él quiere aquel dispositivo?Muchas veces la gente gasta una pequeña fortuna para adquirir un producto de alta tecnología y solamente lo usa para ver la novela y el fútbol. Por supuesto, las personas tienen todo el derecho de querer ver la novela y el fútbol con la mejor imagen y sonido posibles, pero eso se topa con otro obstáculo: la fuente generadora del programa.
En la época de la TV de tubo, la resolución era baja y la transmisión precaria no ayudaba nada. La llegada de la videocasete permitió ver películas con imagen y sonido mejor que el de las emisoras, pero ninguno de los dos favorecia una pantalla más grande.
El advenimiento del DVD trajo un salto tecnológico impresionante, permitiendo una imagen limpia, sonido multicanal, diferentes tipos de subtítulos e de audio, y se quedó perfecto en los televisores de plasma que comenzaban a llegar al mercado. La resolución del DVD era de 480 líneas horizontales. Los primeros televisores de plasma del mercado eran clasificados de ED, y atendían muy bien esa resolución del DVD.
Posteriormente, con la llegada de los televisores LCD, las resoluciones fueron mejorando, pero había una diferencia de imagen entre el plasma y LCD que se convirtió en una cuestión de honor, principalmente para los cinéfilos. El plasma, por tener tonos de negro más naturales, era considerado una imagen más cercana a las pantallas de cine.
Con el tiempo, el plasma estacionó mientras el LCD evolucionó, convirtiéndose en la tecnología LED, que permitió mejores resoluciones y un negro más profundo. Esta oferta de mejor resolución llegó junto con el disco Blu-Ray, que permitía las imágenes de 1920 líneas horizontales, llamadas Full HD.
La llegada del Blu-Ray fue perjudicada por una lucha fratricida con otro formato, el HD-DVD. Este embate estorbó la transición del DVD para el disco de mayor resolución, que fue atropellada por el incremento de las ofertas de streaming, en servicios tipo Netflix.
Mientras tanto, la investigación y desarrollo de los televisores continuó, y luego llegaron al mercado los aparatos con resolución 4K o Ultra HD. Estos aparatos pueden reproducir una imagen con 3840 x 2160 píxeles, lo que sería cuatro veces la resolución Full HD.
En ese momento, el lector ya debe estar imaginando que debe comprar un televisor 4K y ¡fin de conversación! Bueno, la respuesta es sí y no. Los modelos 4K que existen en el mercado son modernos, tienen las características actualizadas, y obviamente, el hardware también. Pero, la pregunta clave es: ¿para qué sirve una TV 4K si no hay ningún disco, emisor o streaming que proporcione contenido en esa resolución?
Existen dos nuevas tecnologías que se despliegan en el mercado, OLED y QLED. La primera se refiere al uso de diodos orgánicos que dispensan el panel de retroiluminación, y que sería el más cercano a la imagen de los antiguos televisores de plasma. Esta tecnología ya se utiliza en las pantallas de los dispositivos móviles.
La tecnología QLED,desarrollada por Samsung, se basa en los puntos cuánticos, diminutos cristales que pueden absorber o emitir frecuencias de luz para crear la imagen en una pantalla. Ambas tecnologías son recientes, permiten imágenes maravillosas, pero aún están con precios absurdamente altos en comparación con el resto del mercado. Siendo así, aconsejo esperar que las dos tecnologías maduren, con mayor oferta de productos y la consiguiente reducción de los precios.
Hablando en ello, la elección termina siendo definida por el precio. A diferencia del resto del mundo, en el mercado brasileño encontramos productos tecnológicamente obsoletos que son vendidos a precio de lanzamiento. Entonces, hay que investigar bastante.
Otra cosa que estorba mucho es la profusión de tamaños, modelos y marcas que inundan el mercado. El candidato a comprador también debe entender que las marcas de renombre suelen utilizar mejores componentes que las más populares.
Así que mi consejo es primer lugar definir cuál es el propósito de la nueva TV: telenovela, películas, fútbol, espectáculos, etc .. A continuación, calcular la cantidad máxima que se quiere pagar por el nuevo dispositivo. Definido esto, se debe elegir el tamaño de la pantalla del televisor deseado. Esto ya reduce bastante el campo de opciones.
Hoy en día la Internet proporciona toda la información posible sobre cualquier asunto, es sólo saber buscar. Es posible ver los recursos de un televisor, calidades e incluso problemas que han ocurrido con otros consumidores.
Después de esta investigación, el campo de elección está bien restringido, y luego queda la prueba final, visitar las tiendas y conocer el modelo deseado. Si es posible, lleve un disco o pendrive con un vídeo en la resolución que desea. De esa manera es posible sumergirse en la experiencia real antes de desembolsar una suma considerable, sin tener que quedarse insatisfecho durante toda la vida útil del nuevo aparato.